Eso era lo que la mareaba, lo que la subía y la bajaba. Era al fin y al cabo lo que la hacía sentirse bien. Tierra y aire en su sitio. Tambaleo. Todo estaba bien y no hizo falta que nadie se quitara el sombrero e hiciese una reverencia. El espectáculo ya había comenzado y ninguno de los asistentes parecía haberse percatado. Los duendecillos subían por sus piernas y la ataban al asiento, y el mañana perdía sentido en un tiempo en el que aún podía suceder de todo. Mientras siguieran allí, todo estaría bien. Ella las había criado y mantenido. No había escapatoria hasta que la golpeara por un lado por el que fuera clara y rápida la evacuación; hasta entonces prometió hacerlas estar allí, bajo llave. Garantía de que ella cuidaría a sus mariposas, todo lo demás seguiría flotando. Eso era lo que la mareaba.
¿Quieres descubrir qué es lo que la mareaba? Pincha aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario