domingo, 2 de octubre de 2011

Caminos bifurcados

Había tenido durante todo el día una incómoda presunción de vulnerabilidad, por eso les pedí que me acompañasen porque de no ser así, no hubiera tirado tres copas, sino cuatro y todas hubieran ido a parar en mi falda y creedme, eso no hubiera quedado nada bien. Las cadenas entre dientes y la alfombra de terciopelo, nos bebemos lo que pasa y mientras pasa, bebemos. Estridentes ruidos, volantes amargos, arriba y abajo, vete, vas, ¡vaya, otra vez tú! No sueles desaparecer, como siempre, tendré que acompañarte a casa.


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