Estaba demasiado cansada como para ponerme nerviosa, y era muy tarde como para llamar a Emma, así que esperé a mañana. Como era sábado tenía cita obligada con ella en la biblioteca para ponernos al día de toda la semana.
Emma estaba a la puerta escuchando música. Cuando me acerqué a ella apagó su iPod y me miró con curiosidad. Antes de que me preguntara nada, le conté todo lo respectivo al día anterior con todo detalle. Su sonrisa se volvió forzada cuando le conté el contenido de la nueva carta. Se le veía alarmada, y eso me estresaba de una manera espantosa. Estuvimos todo el día hablando del tema, ni siquiera entramos en la biblioteca. No sabía qué pensar, estaba demasiado confusa como para tomar alguna decisión, así que los días, los meses, pasaron sin que me diera cuenta…
“¡Un año! ¡Felicidades cariño!” Erik me dio un hermoso beso y me dio un sobre. Eran dos entradas para ver mi grupo favorito en concierto: Secondhand Serenade. Se lo agradecí inmensamente y le di su regalo: un juego de ordenador que le encantaba. Me devolvió una gran sonrisa y nos besamos de nuevo.
Durante todo este año las cosas habían mejorado: nada de cartas anónimas, nada de situaciones raras; incluso a Adrien se le había quitado la expresión triste que siempre dominaba su cara. Me sentía feliz, más que nunca en este último año. Lástima que la felicidad se terminó pronto.
Como si estuviera teniendo un dejà vu, un sobre estaba en el buzón. Me hizo recordar momentos que tenía casi olvidados en una esquina de mi cerebro. Abrí la carta y me encontré una nota (¿qué si no?): UN AÑO. ¿CONCIERTO DE TU GRUPO FAVORITO? PREPÁRATE PARA SU ESTACAZO FINAL. LO SIENTO, HICE LO QUE PUDE. Por primera vez pensé que mi misterioso remitente podía tener razón. Tiré con furia la nota a la papelera y salí corriendo de casa sin ningún destino fijo.
El subconsciente me llevó a uno de los lugares en los que Adrien y yo pasábamos las tardes hablando y haciendo planes para el futuro. Me senté en el banco de siempre del parque, y me percaté que ya estaba ocupado: era Adrien. Nos miramos, y con ello nos lo dijimos todo. Yo percibí en su cara la herida casi curada que yo le había producido, y él pudo ver todas las dudas que albergaba en mi interior. Ninguno de los dos dimos el paso de comenzar a hablar, pero nos bastó con mirarnos un largo rato. Pasaron dos horas y seguíamos allí, como dos estatuas que están condenadas a mirarse toda la eternidad. Me levanté porque la noche se acercaba y mientras me alejaba oí las palabras de Adrien: “ten cuidado”.
Estábamos en el concierto, disfrutaba como una niña pequeña cantando todas las canciones de principio a fin. En un tiempo récord el concierto terminó y Erik y yo fuimos hasta nuestro prado, a comentar eufóricamente todos los momentos del concierto. Me preguntó “¿eres feliz?”. Yo le contesté: “no podría serlo más”. Sonrió de una manera que no había visto hasta ahora, era casi maliciosa. Me alejé imperceptiblemente de él, fingiendo buscar el móvil en mi bolso. Estaba perdida, no sabía si debía salir corriendo o quedarme ahí esperando lo peor. Decidí lo segundo, porque sabía que no era lo suficientemente rápida.
Erik se me acercó paulatinamente y me besó. Lo hizo de una manera distinta, como si fuera… ¿nuestro último beso? Noté que se hurgaba en el bolsillo de su pantalón, y lo único que vi fue el brillo de un filo de navaja. Me acordé del aviso de Adrien y sentí que le quería demasiado para morirme. Luego no sentí nada. Vacío. Muerte.Abrí los ojos, todavía sintiéndome en aquel prado. Intenté zafarme de la manta que me envolvía e intenté reconocer el lugar en el que me encontraba. Ahogué un grito. Era la habitación de Adrien. Traté enderezarme, pero un brazo me lo impidió: la madre de Adrien. Cuando la vi con unas gasas en la mano recordé todo lo ocurrido antes de que me despertara. El concierto, la sonrisa maliciosa de Erik, la navaja que se dirigía hacia mi estómago. Esta vez sí que grité, y con intensidad. La madre de Adrien dijo el nombre de su hijo en alto con aprensión. Adrien entró por la puerta en cuestión de segundos y soltó un gran suspiro. Viendo mi cara llena de dudas empezó a explicarme: “sabía que ibas a ir a ese concierto, así que fui detrás de ti porque tenía un presentimiento negativo.
Erik se me acercó paulatinamente y me besó. Lo hizo de una manera distinta, como si fuera… ¿nuestro último beso? Noté que se hurgaba en el bolsillo de su pantalón, y lo único que vi fue el brillo de un filo de navaja. Me acordé del aviso de Adrien y sentí que le quería demasiado para morirme. Luego no sentí nada. Vacío. Muerte.Abrí los ojos, todavía sintiéndome en aquel prado. Intenté zafarme de la manta que me envolvía e intenté reconocer el lugar en el que me encontraba. Ahogué un grito. Era la habitación de Adrien. Traté enderezarme, pero un brazo me lo impidió: la madre de Adrien. Cuando la vi con unas gasas en la mano recordé todo lo ocurrido antes de que me despertara. El concierto, la sonrisa maliciosa de Erik, la navaja que se dirigía hacia mi estómago. Esta vez sí que grité, y con intensidad. La madre de Adrien dijo el nombre de su hijo en alto con aprensión. Adrien entró por la puerta en cuestión de segundos y soltó un gran suspiro. Viendo mi cara llena de dudas empezó a explicarme: “sabía que ibas a ir a ese concierto, así que fui detrás de ti porque tenía un presentimiento negativo.
Os encontré en el prado, y vi que él de repente salía corriendo y te dejaba ahí tiraba. No sabía lo que te estaba pasando y te cogí en brazos y te llevé a mi casa. Como sabes, mi madre es enfermera, y no encontró dificultades en curarte la herida. Has perdido sangre, tienes que beber mucha agua. Ese tío estaba loco la verdad. Mi madre llamó a la policía en cuanto le conté lo que había visto, luego llamó a Emma y le contó la parte de la historia que nos habíamos perdido. La policía lleva buscando a Erik desde hace años, tiene un trastorno maníaco depresivo y persigue a sus víctimas hasta que consigue lo que quiere: su sangre y una foto.”
Era demasiada información para mí. Me volví a dormir, pero antes mascullé un “quédate aquí Adrien, por favor”. Él susurró “claro que sí, siempre”.Pasaron los años y todavía espero encontrarme a Erik en alguna esquina, a pesar de que ahora vivo en Nueva York desde hace 10 años, no he vuelto a pasar por el pueblo y no he sabido nada de él. De hecho, ni siquiera la policía ha sabido nada. Alguna noche me echo a llorar recordando esa noche de hace ya 17 años, pero siempre me rodean unos brazos que me reconfortan, los brazos del amor de mi vida, los brazos de al que nunca debí abandonar, los brazos de Adrien.
Era demasiada información para mí. Me volví a dormir, pero antes mascullé un “quédate aquí Adrien, por favor”. Él susurró “claro que sí, siempre”.Pasaron los años y todavía espero encontrarme a Erik en alguna esquina, a pesar de que ahora vivo en Nueva York desde hace 10 años, no he vuelto a pasar por el pueblo y no he sabido nada de él. De hecho, ni siquiera la policía ha sabido nada. Alguna noche me echo a llorar recordando esa noche de hace ya 17 años, pero siempre me rodean unos brazos que me reconfortan, los brazos del amor de mi vida, los brazos de al que nunca debí abandonar, los brazos de Adrien.
Una vez más, gracias Ana.
6 comentarios:
Hola Alu, gracias por ese relato a entregas, me ha gustado, si así escribes a los 17 no me imagino las cosas que podrás escribir a los 30, si algún día tengo una hija me gustaría que se pareciera a ti, que tuviera esa curiosidad insaciable y ese interés tan profundo por todo lo humano. Un abrazote.
Daniela.
Hola Alu!!!
Wauwwwww!! Qué relato tan bien escrito, y tan atrapante.
Podría ser el guión de una película.
Me alegro de saludarte y ver que estás activa y actualizando.
Un abrazo fueerte y grande para tí:)
¡Hola Alu! por fin, el desenlace del relato. Me has sorprendido, no me esperaba algo así. Me has sorprendido como sorprenden los buenos escritores a sus lectores. Sigue por ese camino que el día menos pensado te publican tu primera novela.
Un beso.
Me enganchaste de princpio a fin y sólo con el último relato...Me alegro e leerte de nuevo. Un besazo!!!
¡Hola, Alu!
Hace ya bastante que leí las dos primeras partes del relato, y el desenlace no me ha decepcionado. ¡Es muy bueno! Me ha gustado mucho.
¡Un abrazo!
Lorena.
¿Vives para tu pasado?
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