Borrando no consigues nada

No sé si te has fijado pero soy la única que sigue escuchando las memeces de la rubia tonta y aplaudiendo, todo por voluntad. Me resigno a acompañar a los supervivientes que aguardan por la bicicleta y la boina antes de partir, no sé muy bien por que, media hora después.

Se llama voluntad, ¿me oyes? voluntad por la paz, la que curiosamente terminó ya con muchas guerras, y la nuestra aún sigue a pie de cañón. ¿Qué es lo que cuenta y lo que deja de contar? Has de saber.

Daría lo que fuese porque el mundo estuviera la mitad de empañado de lo que lo estaba hace unos cuantos meses. ¡Abajo las corazas y sean bien recibidas las preocupaciones, sólo son ellas las que nos hacen darnos cuenta de que estamos vivos!

Se nos ha ido de las manos, escucha atenta lo que te digo y es que ya no somos nosotros, sino las circunstancias y eso, difícil arreglo tiene.

Rozando lo falso vienes a llamar otra vez, a rogar y das el portazo. Todos juntos por una sonrisa (¿o eran dos?) y al final el hechizo siempre se rompe después de las doce y volvemos a darnos con un canto en los dientes, nos encontramos ante una realidad impenetrable, impasible.

¡Penosos, penosos, absolutamente penosos los abrazos, las sonrisas y los cánticos! No hay nada que puedas hacer que quite del medio todo lo que has demostrado con el día a día.

¿La unión? ¿Qué es eso? ¡Qué bien estábamos refugiados en nuestra coraza! Medía nuestras emociones, nuestros gritos y enfados, estaba concentrado todo y ahora ¡pum! ha estallado.

¿No es genial? Cualquier físico, de haber estado en ese lugar, se habría dado cuenta de tantísima dispersión de átomos y habría llegado hasta a formular un problema.

Claro que para el resto de mortales, ajenos a la física, no hubiésemos visto el problema ni la manera de solucionarlo, así que hubiéramos preferido mantenernos en la esfera como hasta ahora y aguardar impacientes a su detonación.

Saldría confeti, claro que sí.