Es imposible que te guste todo de una persona, ni siquiera en un día, ni en un año o en cuatro. ¿No me vas a preguntar quien estaba al otro lado del teléfono? Vamos, no mientas, yo también puedo ser buena toda una semana, también puedo seguir leyendo. ¿No preguntas por qué tanto respaldo? Alguien tendrá que parar las balas, ¿no? Lo han estado haciendo durante todo el tiempo, sin parar. Ellos sí me oían. Yo permanecía con la boca abierta, con el teléfono en la oreja. Tener miedo es sentir. Sentir que se acaba, que es irremediable y que por muchos minutos que tenga el teléfono pegado en la oreja, ni yo tengo nada más que decir (que no sepas ya), ni tú me vas a contar nada nuevo. ¿Agotada la conversación, ahora qué pasa?
Escribe ahora, que tienes tanto.
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