Los oscuros abetos del camposanto quisieran verse en otro lugar, custodiando vidas y amores, olvidar lágrimas y lutos, permanecer para siempre en el baile de aquellas flores bordadas que huelen a risas y cubren el marchito olor de las hortensias sobre las tumbas.
(...)
Un trozo de cielo, Rogelio cambiaría todas las reservas de la despensa por un trozo de cielo y los besos de Lisseta. Un trozo de tierra donde no retumbe el bastón de Palmira ni existan cerrojos capaces de encerrar a tía Josefina. Un trozo de cielo. Por la boca de Lisetta.
Blanca Álvarez. (Búscame en África).
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