ANA VÁZQUEZ. Cipriano Díaz, orgulloso de Asturias, enseña Avilés a su sobrina salmantina. Una de las cosas que más suele echar para atrás a los turistas a la hora de planear un viaje al Norte de la Península, es el mal tiempo, al que está tan vinculada esta zona. Pese a ese obstáculo, sigue habiendo turistas que vienen dispuestos a contemplar paisajes, aunque sea bajo algunas gotas de lluvia intermitentes.
Cipriano Díaz Marcos, que actualmente trabaja en Gijón, aprovecha para descubrirle a su sobrina salmantina todos los secretos de Avilés. Los dos atienden a LA VOZ mientras bajan la calle de Galiana, y antes de proseguir su camino se detienen a contemplar la fuente de los caños de San Francisco.
Además de la visita familiar como razón para dejarse caer por la villa, Marta Martín Díaz, la sobrina de Cipriano, admite que tras estar años sin pasearse por el norte, «tenía que venir a ver el Centro Cultural Oscar Niemeyer», uno de los atractivos de la ciudad, al que su tío califica como «el último grito en arquitectura», ya que es uno de los edificios que les ha llamado más la atención y que más personas suele reunir este verano por ser «la novedad».
Tío y sobrina, aunque no han visto más que el exterior del majestuoso edificio, prometen que no dejarán la ciudad sin ver sus entrañas. Para ello, tras informarse del programa del centro, se han reservado el sábado para asistir a una visita guiada que les mostrará lo que hay al otro lado de la ría. «Queremos ver las exposiciones y además de la visita general, nos gustaría ir a la coctelería», también se acercarán al auditorio, los camerinos, el club, la torre-mirador y el cine, situado en el edificio polivalente.
«El clima es muy agradable porque la gente está en la calle».
Marta, una apasionada de la fotografía, que recorre la ciudad cámara en mano, ha fijado ambos, mirada y objetivo, en algunos de los lugares más bellos de la zona como pueden ser las cristaleras de la Plaza de los Hermanos Orbón o la fachada de la iglesia de San Nicolás de Bari, situada en pleno casco histórico de la ciudad. Admite que Avilés le trae recuerdos y tiene muchas ganas por inmortalizarlos todos, pues, aunque ya ha estado por el norte, es su primera vez en Avilés.
El espacio compartido entre lo clásico y lo moderno de ciertos edificios, añadido al detalle que señala Cipriano de que «Avilés está en la calle», revela una ciudad que, a pesar de la lluvia, llena sus aceras y extensas zonas peatonales cada mañana, simplemente para mostrar la vida que esconde cada rincón.
Avilés, calificada por Marta como «una de las ciudades más modernas del norte», cuenta con un clima agradable entre los ciudadanos, que hacen aún más llevaderos los paseos por el centro. «Con la gente es estupendo, son abiertos y muy hospitalarios ante todo», añade Cipriano.
«Nos hemos dejado llevar por las flechas que nos han guiado por todo el casco histórico, hemos recorrido galerías e iglesias y sobre todo la plaza de los Hermanos Orbón y el mercado, en concreto, nos han encantado», resalta su sobrina.
Marta llegó a Avilés convencida de combinar su turismo veraniego con algo de playa, pero hasta que el tiempo se lo permita, continuará con rutas turísticas, de la mano de su tío, fiel guía, que le enseñará todos los rincones que les quedan por ver de la ciudad, en esta semana que pasarán entre los avilesinos, en la que aprovecharán para conocer más a fondo la gastronomía y las costumbres más allegadas a la villa.
Una vez que regrese a Salamanca, si a Marta le queda alguna laguna y no encuentra respuesta en alguna de sus fotos, tendrá que volver a por más recuerdos. Y asegura que lo hará.
Fuente: La Voz de Avilés (El Comercio)
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