ANA VÁZQUEZ. AVILÉS. Este matrimonio bretón llegó a Asturias en barco y estará una semana en la ciudad.
En la plaza de Domingo Pérez Acebal se encuentran sentados en un banco Roger y Françoise Boisard, mientras contemplan la fachada de la Iglesia de San Nicolás de Bari. Han parado para comer algo a media mañana y ya están pensando en retomar la marcha. Con sus gafas de sol y su mapa, comienzan a pensar cómo será un día laborable en la villa avilesina.
«El trayecto ha sido largo», dicen estos expertos en vacaciones, «fue muy fácil llegar desde nuestra casa hasta Bilbao en barco». Los aventureros, devotos de ese medio de transporte, dicen que además van a todos los sitios en moto. «Llegar a Avilés así no nos cuesta nada, sólo gasolina, y creo que hemos dado con el destino apropiado». La pareja francesa, que estuvo hace días en Oviedo, ha decidido pasar una semana callejeando por Avilés, y aunque no se encuentra familiarizada aún con los principales nombres de las calles, con un torpe pero gracioso acento intentan nombrar algunos de los parques o de las plazas.
Su plan es retomar tras esta semana su viaje hacia Portugal, pero, según Roger, «la parada en Avilés era fundamental ya que es una de las tres ciudades asturianas más importantes». Coinciden al decir que Laval, la pequeña ciudad de la que provienen, perteneciente a la región de Bretaña, en realidad no tiene mucho que envidiarle a esta ciudad asturiana. En palabras de Boisard, «es una ciudad muy bonita, me he fijado en las casas y en los soportales, son una de las mejores cosas que tiene».
«Hemos comparado y preferimos Avilés a Oviedo», al ser Vetusta más fría y mucho más grande. «Avilés es fácil de conocer, tiene pocos sitios, pero bonitos, no te pierdes», decía Françoise.
«Ver esta preciosa ciudad lleva sus horas, hay que fijarse en todo».
La temperatura, el tiempo, la gente y la sidra... «No nos diferenciamos tanto, estamos bajo el mismo cielo». De esta forma tan graciosa explicaba Roger las semejanzas entre su sitio de vacaciones, Avilés, y su lugar de residencia, mientras miraba a las nubes, que seguro no iban a estropearles su paseo turístico de hoy. Otra de las razones por las que escogieron estas vacaciones fue porque Avilés es una de las pocas ciudades norteñas en las que el pronóstico traía algo de sol para estas fechas. Como buenos turistas, incluso han tenido tiempo para acercarse a la playa de Salinas, disfrutando de unas vacaciones casi completas, aunque presumieron de que aún les quedan algunos días para seguir descubriendo Asturias.
«Nos enamoró la zona histórica», estamos muy bien situados en la calle de Valdés Salas, teniendo muy cerca el Parque Ferrera, Rivero y la avenida Cervantes». Aunque este fin de semana ya han tenido algo de tiempo para empaparse gastronómicamente de los restaurantes avilesinos, Françoise se queda con la sidra de Bretaña, «es más dulce, aunque no nos arrepentimos de haber probado esta».
Definen la ciudad como «bella y muy limpia» y a sus gentes las califican de «muy agradables». Quizás el único punto en contra es el tiempo, que aunque les resulte familiar, si se acompaña de buena música en directo en algún pub, resulta fácil de olvidar. Estos turistas, que teniendo en cuenta su origen, tienen una gran pasión por la música celta, se alegraron de haber venido a dos días de la clausura del Beltaine, ya que pudieron asistir a la actuación del gaitero Carlos Núñez en su primera noche en Avilés.
Protagonistas como turistas de la mezcla entre lo nuevo y lo viejo, Françoise recomienda la visita de las exposiciones del Centro Cultural Niemeyer, mientras que su marido, Roger escoge como rincones favoritos las callejuelas y en especial, los soportales.
Fuente: La Voz de Avilés (El Comercio)
Fuente: La Voz de Avilés (El Comercio)
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