martes, 17 de junio de 2008

El vendedor de rosas



El hecho más cotidiano del mundo se convirtió de repente en algo fuera de lo normal. Cerré la puerta del portal y dirigí mis pasos directamente hacia un lugar extraordinario, en una situación extraordinaria, en un momento nada ordinario. Llegué al sitio, miré y en 8 metros a la redonda no había nadie. Bajé la mirada, todas las baldosas eran iguales, absolutamente perfectas, ni un chicle ni nada, perfectas. Puse el Mp4 a tope y comencé a cantar sin que nadie me escuchara. El sitio era, de hecho, la parada del bus, el destino al que me dirigía prefiero no especificarlo aquí, no era para nada algo relevante. Apoyo la mochila que me pesaba más o menos tanto como mi propia vida. Una señora aparece, se sienta. Tacones, medias de seda, rubia de bote, bolso de Chanel, abrigo blanco y una mirada plagada de prejuicios. Comienza a hablar sola, estamos las dos solas en ese paraje. Repasa el papel de su hijo pequeño en la obra de teatro del viernes, incluso se acuerda de cuando la gente le aplaudía y ella imita el gesto. Subí más el volumen.


La parada del bus se empieza a llenar de gente, que al compás de las agujas del reloj suben y bajan las mangas de sus camisetas para averiguar qué hora es. La gente de hoy en día vive con muchas prisas y en una parada del bus no te puedes imaginar cuánto se nota eso. Cada vez llegaba más gente, se acercaba la hora, todos parecíamos estar pendientes de nuestras cosas, no reparábamos en lo que estaba a punto de pasar.





De repente se acerco un hombre y sacó algo de su bolsillo. Era un cigarro, lo encendió y comenzó a fumar, su cara impasible, su sed de venganza era insaciable y lo remediaba dando profundas y largas caladas, cada una de ellas le daba más paz interior pero le pudría por dentro. A su alrededor se iba formando una nube de humo enorme. La nube que había creado aquel personaje misterioso nos distrajo totalmente de nuestros pensamientos dejándonos ausentes totalmente del ambiente, para nosotros ya no existían las preocupaciones habituales de nuestra vida.




Estábamos absorbidos, nos debatíamos entre nuestras prioridades y las suyas, nuestros pensamientos y lo suyos, nuestros principios y los suyos. Pretendía hacernos pensar de otra forma, convencernos de que lo que él pensaba era lo mejor. Nosotros, toda la parada, eramos víctimas de su sistema, de su doctrina, nos sentíamos como dijo Clara, como unos polluelos al nacer, indefensos y desprotegidos. Nadie antes había entrado en la mente de una persona de esa forma. No podíamos dejar de pensar en cuanto iba a durar ese cigarrillo, ese humo que nos empapaba de algo muy desconocido para nosotros. No podíamos ni queríamos echar a volar, ni eso se nos permitía, las reglas eran suyas y nadie podía ni quería cambiarlas. Nadie tenía la combinación para hacer que esa cadena sin final se rompiera. Se hacía cada vez más imposible salir de ese enorme juego que todos teníamos en la cabeza.





Esta vez cuento lo que cuento en 1ª persona a pesar de haberlo vivido en tercera. Yo no me atrevería a contarlo, para Clara fue como si la hubiesen violado, porque quedar privada de tus pensamientos en realidad es eso: una violación. Nos íbamos llenando de otras experiencias, su aliento nos hacia ascender en una nube, de tal manera que no podíamos pensar en otra cosa.
No teníamos palabra, ilusiones, ambiciones, todo nuestro ser estaba ausente por ese perjudicial humo, que crecía y crecía. Con él se iban nuestras esperanzas y aparecían otras nuevas. Eramos muñecos mimados que iban a la basura y volvían a ser mimados por otros niños. Así de mal se sentía Clara, me lo contó llorando.







¡Fíjate! aquello no quedó ahí, cualquiera hubiera acusado a ese hombre de quitarles sus pensamientos. Clara no. No era él el malo de la historia. Ella se acusó a sí misma porque todas esas personas eran las víctimas perfectas, eran inestables y llenas de dudas, se declaró culpable de carecer de fortaleza personal, había dejado que todas sus ilusiones, esperanzas, ambiciones, sueños, sentimientos e ideas salieran de su cuerpo sin más, sin oponer resistencia, cuando debió retener todo eso. A veces los humanos somos débiles, frágiles y esas situaciones se aprovechan para quitarnos todo lo rico de nuestra esencia, dejándonos desnudos ante una eterna verdad: hay que luchar por lo que piensas, sino te habrás quedado en la mitad del camino.


De repente, todos como títeres bajamos la vista mientras el fumador apagaba el cigarro, cuando la alzamos ya eramos libres y por fin pudimos respirar, tanto aire inspiramos que terminamos cayendo. Mientras todos se encontraban adoctrinados por una misma persona, el bus llegó y todos se despertaron como si de un sueño se tratara, todos recordaban lo sucedido nadie se atrevió a decir una palabra, nadie excepto Clara.


-¿Tienes fuego?


La respuesta fue afirmativa y así la joven siguió su camino. Vino a mi casa y me lo contó. Me dio una rosa, la acerqué a mi cara y pude oler aquel humo del que me hablaba.

Diez años después Clara cuenta la leyenda de "El vendedor de rosas" a sus hijos, yo me meto en mi cuarto y subo el volumen de mi Mp4.
"Cuenta la leyenda que sólo teniendo en tu poder una rosa podrás vivir agusto porque vivirás tu vida y sabrás como viven los demás, encontrarás el punto intermedio entre ser muy egoísta y demasiado tolerante."
Fotos: algunas de ellas están sacadas de la galería de Albert Levyts.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Curiosa leyenda. Muy bien escrita. Me has cautivado con tus palabras. Besos.

Belén dijo...

Bonita leyenda, y muy elocuente, a veces nos dejamos manipular y la culpa es nuestra no?

Besicos

hadanae dijo...

precioso, qué arte tienes escribiendo! confieso que en esta vida de prisas me cuesta mucho leer largos párrafos en internet, pero desde el principio me ha enganchado.
Por cierto, se me olvidó que también me nominaste al meme!!
Un besoooo

La Gata Coqueta dijo...

Me dio una rosa, la acerqué a mi cara y pude oler aquel humo del que me hablaba.

Extraordinario, en esta frase queda recoguida toda la narración que nos has trasmitido.

Es impresionante para mi el cenicero con el humo y con todas los infurtunios acaecidos..

Aún le pondria: desamor, alegria, odio, desilusiones, aburrimiento y soledad.

Hoy estando en Sol me ofrecian tres rosas envueltas en papel de celofan, preciosas denege su oferta.
¿Si las voy a oler sola?..
Mejor va ser que no!!..

Besos, para una amiga muy querida,
hasta pronto..

Natacha dijo...

Hola guapa. Vengo corriendo a decirte que pases por mi cocina cuando puedas. Hay algo para tí.
Volveré a leerte, lo prometo
Un beso, preciosa
Natacha.

Carlota dijo...

No quiero creer que pueda haber alguien con tal poder... o quizás sí, quizás hay muchos alguienes de esos, que incluso de forma inadvertida para ellos nos roban tantas cosas. ¿o nos las dejamos robar? Un beso!

eva lluvia dijo...

Qué intrigada estaba todo el rato con la historia!

Me gusto mucho el final: "Cuenta la leyenda que..."

un beso!

PoliCBaquera dijo...

Qué historia, que trama, que suspense. La escritura es tu medio de expresión por excelencia.

Enhorabuena.

Un saludo desde ruta.

(Cielos despejados y temperaturas cálidas desde este vuelo).

Sibyla dijo...

Querida Alu, nuevamente nos volviste a atrapar de principio a fín, con esta historia...
Si no estamos alerta, podríamos sufrir influencias externas y ajenas que nos influyeran negativamente.

Muy buena reflexión, y muy bien narrada!

Beso con rosa:)

La Gata Coqueta dijo...

Hoy solo te digo que te pases por mi blog,tienes una ¡¡SORPRESA!!

Muchos besos
" besines
y besitos.

Eduardo Arias dijo...

Esta vez lamento discrepar de tus comentaristas. No me parece que esta historia esté bien contada (digresiones, inverosimilitudes), explicaciones que interrumpen).
Sin embargo, sí consigues una cosa que es muy difícil, y que al parecer para ti es fácil: captar la atención por el misterio.
Eso, y tu edad, hacen que te dé mi matizada enhorabuena.
Besines

la cocina de frabisa dijo...

Tienes un regalito en mi blog para ti.

un beso

Cristina dijo...

He estado leyendo tu blog y me cautivan tus palabras, tu forma de escribir, me quedo con este texto, porque realmente pocas veces nos paramos a pensar que nos violan el pensamiento, doblegandonos a sus deseos, incluso sin darnos cuenta

Muy buena observación, mi más sincera enhorabuena desde aquí, un saludo ^^