miércoles, 26 de mayo de 2010

Roedores de calle

La situación debería ser entre serpentinas y matasuegras y no entre paredes y barreras. Tendría que bajar hasta el límite que empapara las anchoas de negro café mezclado con el placer etílico más dulce, dado del pico de una madre a su pequeño colibrí. Sus alas zumbarían, zumbarían y sus colores revolotearían de alegría anunciando que la madre selva se hizo pantera y entre sus garras fraternales encerraba a un cachorro que pedía a gritos de auxilio una tez de azafata en pleno despegue que exclama las siete veces que cae al suelo antes de perecer entre los cubos de basura. Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete.

Los roedores se reúnen cercando la zona, piensan en cómo alimentarse de ella repasando detalladamente cada vez que fortuitamente aterrizó de pie.

2 comentarios:

Ester García dijo...

Evocador de muchas imágenes este texto... Un saludo Alu, un placer pasar a leerte!

LaraBarral dijo...

ALUUUUU
soy lara :)