lunes, 23 de agosto de 2010

El dolor de antes

Caminando hacia el dolor de antes, el que la hacía tan infeliz, el que la dejaba caminar por aceras de carreteras vacías y la hacía caminar muy lento, el que la hacía invertir mucho en nada, tiempo y dinero, como si lloviera en un cielo de nubosidad aparente, como fotografía de perfil. La hacía vagar como si de un fantasma se tratara, con tortuosos pasos y por caminos entrecortados. Se sentía sola precisamente en el lugar donde había buscado para estarlo y nadie la miraba, incluso podía cometer las locuras, que su mente frecuentemente solía alertarle no hacer.

Nada importaba, sólo la música y el camino que se ensanchaba a su paso y el atardecer que iba dejando como retrato. Echaba de menos los portazos que retumbaban en casa, hacer a la gente gritar y reírse sin que se la oyera. Ya ni los perros se acercaban a ella pues vagaba como alma en pena. Le gustaba trazar lo que la inspiración le dictase en cada momento, cuando la pillara.

Todo bonito, a la perfección y siguió caminando, dejando a los humildes artistas peleándose por una moneda. Le robaron su mundo y seguía contenta. Igual daba ya, todavía quedaban muchos quebraderos de cabeza que darían pie a más de una historia.

Pestillo a la vida, a cal y canto, las cosas pintaban mejor. Las moras eran rojas de descripción y odiaba empaparse tan de repente de ese sudor de ciudad que había estado acampando todo el día. Quería fulminar sus problemas pero, ¿no se daba cuenta de que no eran más que máquinas? no le gustaba cambiar las cosas que ya estaban así cuando llegaba ella, como el insólito frío del jardín que jugaba suspicazmente a cargarse margaritas.

Quería ver que era verdad, lo de que había gente que estaba peor que ella, pero desgraciadamente no tenía a mano ninguno de los documentales de la 2, pues cuando llevas tanto tiempo sin pasear contigo misma , con el camino por delante y el dolor por detrás, no es fácil. Amarrada a estos caminos, necesitaba de la escucha de otras historias, unas buenas, que se quedaran en historias y no fueran nada más. El dolor de antes le enseñó que todo lo interesante, estaba cogido. ¿Y el siguiente grado de inexistencia? Se miró y dijo "la cosa va a estar muy, muy interesante".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo nos gusta volver una y otra vez sobre el dolor... Hay dolores que enamoran. Creo.

Belén dijo...

No soy de los que disfrutan con el dolor, pero es cierto que a veces vuelve y parece que es hasta familiar...

Besicos