domingo, 6 de noviembre de 2011

De lo insustituible

Ya que lo comentas, fuiste realmente importante y ya que te quedas, te haré un hueco en la silla, cerca de mí, te invitaré a un café y esperaré contigo hasta que el espectáculo comience. Ya que no viene, nos sentaremos en la barra del bar, solos, tan solos, como si fuéramos los únicos invitados. Y te miraré a los ojos. Y lo sentirás.

En primera, segunda y tercera persona te lo digo, has sido, eres y serás insustituible, como la piedra que tiras muy lejos y nunca más podrás colocar donde estaba, porque las cosas y las personas hacen su camino mientras tú estás al margen; cuando te implicas, cuando echas la zarpa, es cuanto todo se quiebra y la tierra tiembla. El escalofrío es infinito. Si pudieras, si tan sólo supieras cuanto frío hace aquí, has dejado la ciudad sin un gramo de calor, secado las fuentes, llenado todas las pistas de patinaje de hielo sólo con tu mirada. Y mis lágrimas, ellas la financian y subvencionan mientras los niños patinan y caen, y caen y patinan.

No esperaré más, ya es tarde, del frío que se alivia con castañas, con mantas y cafés hirviendo sabes demasiado y te lo has llevado todo. ¿Por qué, egoísta agosto, te colaste en una cabina de teléfonos y borraste el recuerdo? ¿Te avergüenzas? Parece que fue ayer y hoy ya no hablas el mismo idioma, los edificios han caído, las piedras responden y el mar, el mar cubre las piedras. No hay vida más allá de la inspiración y la ilusión que transmitían esos labios, teñidos con sal marina, de la que pica y la que se mete entre los dientes. Te gustaba jugar con mi lengua. La has dejado ácida, sabe a estrella de mar. Estrellada.

Nos encontramos en un mar que es respuesta en un mar de millones de preguntas. ¿Salada, como estás hoy? Responde y te envuelve en carantoñas, te empapa de dulzura y cuando vuelve a alta mar, sólo se acuerda de la resaca que dejó sobre la arena húmeda, sabe que va a volver, al igual que sabe que va a irse, y que todo, absolutamente todo, va a suceder en el momento siguiente. Las rocas están lejos así que no hay nada a lo que aferrarse. Corre, muda.

P.D: Cuando echas algo de menos, lo recuerdas con dulzura, con empalago. Lástima que no podamos cubrir el mar de azúcar, moreno.

1 comentario:

María dijo...

Siento haber tardado tanto ALU,

ya me conocerás...el reloj y yo, somos enemigos a muerte, a veces parece que no voy a llegar...pero siempre lo hago... tarde más o tarde menos. Llego :-)

Verás, está claro que extrañas, mejor... añoras muchísimo a alguien que estuvo y no está... está claro que a ese alguien lo disfrutaste cerca de ese mar del que ahora estás alejada y seguramente por eso lo identificas con el empalago con sus idas y venidas de olas, con ese olor penetrante que te hace recordar aunque no quieras y que se te pega y va contigo, vayas donde vayas, con toda esa inmensidad que te envuelve y seguramente te lleva a donde estuviste a gusto con quien quiera que ahora ya no está...

Seguramente porque a mi meencanta lo dulce me cuesta asociar a empalago el mar... lo empalagoso, satura, te hace aborrecer lo que sea que te haya empachado, te termina repugnando de tanto abuso de sabor... el mar, ni satura, ni empalaga ni repugna jamás... porque es dulce en su justo punto, salado en su punto exacto, húmedo en la proporción correcta y acaricia como jamás ningún otro lugar hace...

Me encantaría que te encontraras bien en Madrid, que dejaras de extrañar el mar y a ese alguien y que cuando volvieras a tu mar ¿asturiano quizá? te encontrara con una sonrisa radiante en tu casa..


Me ha encantado este café contigo... sé que hubieras preferido a otra persona sentada a tu lado, pero para mi ha sido un placer, bonita...



Un beso grande ALU




PD
Tranquila, creo que he entendido tu " idea de empalago":-) ... ojalá ese azúcar "moreno" vuelva... si no... recuerda, te queda el azúcar de caña, la miel etc... etc... ¡¡será por granos de azúcar y dulzor!!:-)




hasta otro café ALU... gracias.