Miró por la ventana y decubrió que la vida era demasiada corta como para perder el tiempo. Al extremo izquierdo dentro de su marco de visión había un parque, lleno de caras de niños sonrientes, al otro extremo estaba la iglesia que tantos disgustos había dado al pueblo.
Recordó su infancia, a esa señora que siempre tenía un ratito para dedicarle una sonrisa, recordó su voz. Esa sonrisa se había pasado al otro extremo, ya no pertenecía a nuestro mundo. Nadie podía entender cómo el tiempo había pasado tan deprisa.
Observó las almas de los niños, celosa porque su alma ahora tenía dueña. No estaba en ese mundo con el que todos soñamos...toda la gloria prometida se había dormido en el olvido.
Desde allí oía a varios mortales decir las últimas palabras que la recordarían.
1 comentario:
Snif, ¿quién se ha muerto? :(
Odio esa iglesia... agh, quiero quemarla.
besitos
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